El hondureño Dante Mossi no ha sido reelecto como presidente del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) este viernes en República Dominicana, donde los gobernadores de la entidad bancaria sostuvieron una asamblea para discutir, entre otros temas, la continuidad del funcionario cinco años más en el cargo. La decisión ha sido celebrada especialmente por opositores a Daniel Ortega y Rosario Murillo, quienes señalan a Mossi de ser “el principal financista de la dictadura” en Nicaragua.
“La no reelección de Mossi es definitivamente un triunfo importante para la causa nicaragüense, porque la dictadura pierde un aliado importante en la obtención de recursos”, asegura a EL PAÍS Juan Sebastián Chamorro, economista nicaragüense y preso político desterrado. “Sin embargo, es importante que este cambio de presidente lleve a un cambio en la asignación de recursos de parte del BCIE. Se necesita un cambio de políticas para que el banco realinie su actuar, en función de lo que fue originalmente diseñado. Todavía tenemos que asegurarnos de que el banco no continuará financiando a la dictadura de manera tan discrecional como lo ha hecho”.
Desde semanas antes de la cita de los gobernadores en Dominicana, la continuidad de Mossi en la presidencia del BCIE fue torpedeada por un torrente de críticas por el apoyo financiero durante su gestión a Gobiernos autoritarios del istmo, los cuales han violado derechos humanos. También por la opacidad en el manejo de los recursos y el aumento del gasto administrativos del banco.
En los últimos cinco años, el BCIE ha financiado al régimen nicaragüense con 3.513 millones de dólares, lo que representa el presupuesto anual del Estado. A raíz de las violaciones a los derechos humanos en 2018, los Ortega-Murillo han sufrido aislamiento internacional y una batería de sanciones internacionales que incluye el congelamiento de préstamos de otras multilaterales, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM). No obstante, Mossi ha obviado eso y ha presumido de su relación con la pareja presidencial, señalada por un grupo de expertos de Naciones Unidas de cometer crímenes de lesa humanidad.
“La dictadura debe seguir siendo aislada. Se le deben cerrar los canales de financiamiento. Así que la incidencia hacia el BCIE no termina aquí. Mossi aseguró 3.500 millones a la dictadura. Debemos asegurar que el banco, bajo su nuevo presidente, actúe bajo estándares de respeto a los derechos humanos”, insistió por su parte Félix Maradiaga, también preso político desterrado.
La expresidenta de Costa Rica Laura Chinchilla celebró la decisión de los gobernadores del BCIE. Afirma que el banco, bajo la tutela de Mossi, se había convertido en un socio internacional “preferente de la dictadura que mal gobierna Nicaragua”.
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“Se dio financiamiento desmedido que le permitieron al régimen Ortega-Murillo sostenerse y además tener recursos que no tuvieron los adecuados mecanismos de fiscalización para su ejecución. De esta manera, yo como ciudadana centroamericana, celebro esta decisión de no reelegir al actual presidente del BCIE. Estamos en un momento en que el BCIE requiere de una ampliación de capital para ayudarle a los países de la región, pero con garantías de una gobernanza seria y eficaz. Se requiere un BCIE sin alianzas políticas ciegas con regímenes como el de Nicaragua. El actual presidente evidentemente, no garantizaba ese tipo de condiciones”, valoró Chinchilla.
Tres meses más en el cargo
Mossi se mantendrá en el cargo tres meses más, hasta noviembre próximo, cuando los presidentes y autoridades del BCIE deberán tener ya a su sustituto. Al presentar las palabras de apertura de la LXIII Asamblea de Gobernadores, Mossi propuso crear un Grupo BCIE, del mismo modo que existe un Grupo Banco Mundial, para que los países pudieran apalancar sus préstamos, aprovechando la buena calificación crediticia del Banco. Además planteó solicitar una nueva ampliación de capital y, aunque no lo mencionó directamente, buscó ser reelecto.
Aunque no han trascendido qué países se opusieron a la continuidad de Mossi, Eduardo Trejos Lalli, exdirector del BCIE y hasta mayo 2022 representante de Costa Rica en la entidad financiera, dijo a EL PAÍS que hubo tres vertientes en la asamblea de gobernadores: “Había un sector que estaba promoviendo su reelección. No sé quiénes son, pero me los puedo imaginar. El otro sector estaba totalmente en contra de la continuidad de Mossi. Es más, estaban tratando de conseguir su remoción inmediata para que no siguiera haciendo daño dentro del banco. y la otra vertiente que le informó a Mossi de que ya no iba a ser presidente cuando terminara su período. Otra información que tengo era que también pedían un adelanto de su salida a tres meses y esa fue la que, al parecer, al final imperó”.
Trejos sostuvo que contra Mossi también jugó en contra los indicadores del banco que bajo su gestión cayeron en picada. “Por eso nosotros, varios directores, asumimos con responsabilidad la tarea de informarle a nuestros Gobernadores hace un año de que el banco no iba por buen camino. Y que se tenían que tomar medidas estrictas para mejorar. De ahí, probablemente, vino la necesidad de Mossi de tratar de impulsar una capitalización, pero en las condiciones actuales en las que está el banco, hasta que no se arregle, es como tirarle agua a un canasto”, explica Trejos.
El 16 de marzo de este año, durante un debate convocado por el Diálogo Interamericano en Washington, Mossi dijo que para financiar al régimen de Ortega y Murillo “no importan sus políticas” si el dinero está llegando a los ciudadanos con necesidades básicas, a las que van dirigidos los proyectos. “En eso nos enfocamos, entonces dejamos la política a un lado”, dijo el funcionario. Además, recalcó que el BCIE no le entrega “cheques a Daniel Ortega”, sino los hace en proyectos y planes de desarrollo, como acceso a servicios básicos, hospitales y carreteras. “Trabajamos para Nicaragua, no para el presidente (Ortega)”, dijo Mossi.
No obstante, Trejos sostiene que el BCIE se había caracterizado por décadas por generar proyectos de desarrollo a largo plazo y a buena tasa. “Proyectos que realmente impactan de manera profunda a la región centroamericana, que requiere tanto puertos, aeropuertos, carreteras, hospitales… Infraestructura muy importante que le cambian la dinámica a un país si se hacen correctamente. Y de las peores experiencias que tenemos, es que el presidente Mossi decidió generar diferentes mecanismos para financiar gasto corriente de los países. Y esa no es realmente la concepción histórica que teníamos dentro del banco”, explica Trejos.
Fuente: ElPais